A diario todos cometemos errores y muchos por los que pedir perdón a los demás. Los hombres debemos pedir perdón por nuestras faltas. Y no me refiero únicamente a cuando llegamos 5 minutos tarde a una reunión, sino también cuando nos pasamos de la lengua, nos metemos con alguien (algo muy poco de gentleman pero que hace mucha gente, por desgracia), e infinidad de distintas fallas que perpetramos a lo largo del día.
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El perdón es algo muy importante en incontables sistemas morales: es de buen cristiano perdonar; los musulmanes también lo hacen; los hindús practican el arte del perdón; los judíos lo llevan practicando miles de años.
Nosotros como caballeros pedimos perdón al igual que perdonamos sin rencor, porque nos basamos en el amor como guía moral. Y sin perdón, hay odio; y con odio, no hay amor.

Primer paso: Reconocer el error, analizar la situación
Parece una tontería pero no lo es porque nuestro ego está muchísimo más presente en nosotros de lo que pensamos. Tenemos que ser humildes y rebajar nuestro ego a mínimos siendo capaces no solo de reconocer que hemos fallado, sino también en qué hemos fallado y de dónde proviene el error para no repetirlo.
Para estas situaciones una técnica excepcional para extraer esta información es la Mayéutica. La Mayéutica es una técnica que usaba Sócrates para descifrar de nosotros lo que ya existe por medio de preguntas. Esto consiste en ir haciéndose una serie de preguntas e ir hilando según las respuestas (que tienen que ser verdaderas y realistas) hasta concluir. Preguntas como: ¿Qué he hecho que le ha ofendido? ¿Qué me ha llevado a actuar de esa manera, y cómo podría evitarlo? Las preguntas debería ser tú quien las piense.
Segundo paso: Busca el momento para disculparse
Los momento idóneos para esta tarea son muy variables, pero preferentemente que haya pasado un poco de tiempo si la situación y los sentimientos lo requieren pero no demasiado para que no se piense que no hay ánimo de disculpa o situaciones similares. Debe ser un momento en el que haya la suficiente calma como para decirlo. Normalmente debería ser tú quien considere cuando es el mejor momento para disculparse, pero creo que estas directrices deberían ser suficientes para orientarte para encontrar el momento.
Tercer paso: Pide perdón
Esto es un arte milenario, distintas claves hacen que el perdón sea perfecto. Factores como decir la verdad, de corazón y no tratar de justificarte. Pongamos la situación en que has llegado 10 minutos tarde a una reunión laboral. Podrías decir únicamente: «Disculpen el retraso», y seguramente sería suficiente. Pero tienes que evitar justificarte o echarle la culpa a cualquier factor. Lo máximo que puedes hacer es explicar, que no justificar, tu retraso y quizás añadiendo una frase que denote tu contrición y propósito de enmienda, diciendo algo como: «Disculpen el retraso, el autobús llego más tarde de lo habitual, la próxima vez lo cogeré con más tiempo.» En vez de tratar de justificarlo: «Disculpen el retraso, es que mi hijo me ha estado retrasando.» Si lo haces como indico, siempre quedarás de educado y como un caballero.
Cuarto paso: Que no vuelva a pasar
Esto es tan sencillo como emplear el método socrático que hemos visto antes. Pregúntate que puedes hacer para resolverlo y evitarlo en próximas ocasiones, muy simple, ¿cierto?
Siguiendo estos pasos conseguirás cumplir tu deber de pedir perdón por la más mínima falta hasta la más grande de todas. Espero que haya sido de ayuda. Comparte este artículo y descubre más en este blog. También están mis podcasts.
gracias a este blog, he conseguido a mi doncella